CÓMO MINIMIZAR LOS EFECTOS DEL SÍNDROME POSTVACACIONAL.

Reincorporarse a la actividad laboral, a los horarios y a la rutina diaria tras un periodo de vacaciones, no resulta tarea fácil. Muchas personas experimentan sentimientos de ansiedad ante la idea de afrontar un año de trabajo por delante.

Aunque este estado de ansiedad ocasionado por el retorno a la actividad laboral no está considerado como enfermedad, cada vez se le está dando mayor importancia a este síndrome que aparece en un 25-30 % de los trabajadores.

El llamado síndrome postvacacional incluye diversidad de síntomas que no afectan de la misma manera a todos los individuos; además, existen personas con mayor predisposición a padecerlo. Entre la sintomatología se incluye:  astenia,  insomnio, alteraciones del apetito, dificultad de concentración, mal humor, desidia, palpitaciones, incapacidad de tomar decisiones… En casos extremos, se puede desarrollar un cuadro depresivo;  si  los síntomas no revierten en una o dos semanas, se recomienda consultar con un especialista.

En algunas personas el estrés y la ansiedad aparecen días antes de incorporarse al trabajo, debido a la ansiedad anticipatoria, producto de pensamientos negativos recurrentes que nos impiden disfrutar de los últimos momentos de descanso y nos predisponen a un estado de alerta y a emociones negativas.

Algunos aspectos de la organización del trabajo están estrechamente relacionados con la aparición del estrés postvacacional. Muchas personas deben enfrentarse a condiciones laborales precarias, trabajos que no les permiten sentirse realizados, horarios interminables, trabajo a turnos, labores rutinarias y poco creativas, malas relaciones con los compañeros, estilos de liderazgo inadecuados… etc., que hacen casi imposible que la persona trabajadora se sienta motivada para la vuelta a su puesto de trabajo. De aquí la importancia de que las organizaciones implanten una cultura empresarial orientada a la seguridad y salud de las personas trabajadoras.

No obstante, los trabajadores y trabajadoras pueden hacer que la vuelta al trabajo sea más llevadera. Lo mejor para combatir el síndrome postvacacional es prevenirlo para evitar su aparición. Para ello, se recomienda reservar unos días al final de nuestras vacaciones para adaptar nuestro organismo de forma gradual y relajada.

Que la vuelta al trabajo no te queme

Primeramente, debemos comprender que este proceso es natural, producto de la adaptación del organismo a un cambio de hábitos, y que debemos darnos un tiempo para readaptarnos. No obstante, es importante tratar de “tomar las riendas” desde el primer día, para que este proceso de adaptación sea lo más fácil y rápido posible.

Es normal que los primeros días el rendimiento sea menor, por lo que debes darte tiempo y no querer resolver todo en la primera semana.

Desde EMESA PREVENCIÓN queremos facilitar a las personas trabajadoras una serie de consejos para que la vuelta a la actividad laboral no afecte a nuestra salud emocional:

  • Comienza por reordenar y acomodar tu espacio de trabajo, desechando todo lo que sea inservible. El orden del espacio ayuda al orden en tu mente.
  • Revisa los correos electrónicos pendientes y elimina aquellos que no necesitas o no son de interés.
  • Haz un repaso de las tareas que estabas realizando antes de coger las vacaciones, a fin de retomar las que quedaron pendientes, empezando por las más urgentes y luego por las importantes. Las tareas urgentes son aquellas que necesitan atención y resolución inmediata, porque de lo contrario podrían traer consecuencias negativas. Las tareas importantes son aquellas que resultan relevantes, pero no necesariamente tienen que ser llevadas a cabo de forma inmediata. Realizar dicha distinción permite priorizar las tareas y reduce el malestar generado por acúmulo de asuntos pendientes.
  • Enfoca tu atención en una sola tarea, evita trabajar en varias cosas a la vez. No te pongas objetivos a largo plazo ni intentes abarcar demasiado los primeros días, es más efectivo centrarse en las tareas a desarrollar durante el día.
  • Es recomendable emplear las primeras horas de la mañana para resolver los asuntos que requieren mayor esfuerzo atencional, dejando las labores más rutinarias para el final de la jornada.
  • Si tienes autonomía para decidir cómo distribuir tu trabajo, empieza por las labores que más te satisfacen, las que te hacen sentirte realizado en tu trabajo, y aparca las más tediosas y aburridas para cuando hayas retomado el ritmo.
  • Evita, en la medida de lo posible, reuniones innecesarias que te hagan perder el tiempo para poder organizar tu trabajo.
  • Cultiva las relaciones personales con tus compañeros de trabajo, sobre todo con tu equipo. Compartir experiencias y sentimientos es siempre un importante factor regulador del estrés.
  • No renuncies a los tiempos de descanso establecidos, por mucho trabajo pendiente que puedas tener. Realiza pequeñas pausas a lo largo de la jornada laboral.
  • Al menos durante los primeros días, no alargues la jornada ni te lleves trabajo a casa.
  • Cuando finalice la jornada laboral, procura dedicar tiempo al ocio. Realizar pequeñas escapadas los fines de semana puede ser muy útil para una adaptación progresiva. Por otra parte, está demostrado que el deporte ayuda a disminuir los niveles de estrés, por lo que el ejercicio físico será tu mejor aliado. Generalmente en vacaciones aumentamos la actividad física, por lo que es un buen momento para no dejar el ejercicio o para introducirlo en nuestra rutina diaria.

Y, por último, es imprescindible mantener unos buenos hábitos de sueño y alimentarse de manera adecuada. Si no lo estás haciendo, tal vez la vuelta a la rutina sea un buen momento para empezar y marcarse objetivos saludables.

 

EMESA PREVENCIÓN, comprometidos con la salud física y mental de los trabajadores.

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