La violencia en el trabajo es probablemente el segundo riesgo psicosocial en orden de importancia, después del estrés. Posiblemente sea un reflejo de nuestro sistema y estilo de vida urbana, acelerada y competitiva, pero también es consecuencia del modo de organización del trabajo. La insatisfacción laboral, el escaso o nulo reconocimiento al trabajador, el trabajo a turnos, las dilatadas jornadas laborales, la mala comunicación entre trabajadores, estilos de liderazgo nocivos, los conflictos del rol…todos ellos son riesgos psicosociales que generan situaciones de estrés. La respuesta al estrés incluye reacciones físicas, mentales y emocionales que se producen cuando un trabajador percibe que las exigencias del trabajo superan su capacidad o sus recursos para afrontarlas. El estrés puede conducir a la frustración y a la ira, pudiendo desencadenar situaciones de violencia en el individuo.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la violencia laboral es toda acción, incidente o comportamiento que se aparta de lo razonable en el cual una persona es asaltada, amenazada, humillada o lesionada como consecuencia directa de su trabajo.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) la define como el uso intencional del poder contra otra persona o un grupo, en circunstancias relacionadas con el trabajo, que cause o tenga un alto grado de probabilidad de causar lesiones, muerte, daño psicológico, mal desarrollo o privación.
Es importante reseñar que la violencia no implica necesariamente agresión física, sino que en el concepto de violencia laboral se incluyen las conductas verbales o gestuales amenazantes, intimidatorias o injuriosas capaces de dañar psicológicamente a la víctima.
Existen múltiples estudios y publicaciones que indican los graves efectos que puede llegar a causar la violencia en el trabajo, pudiendo provocar importantes alteraciones psicológicas en la persona, que afectan tanto a su trabajo diario como a su esfera social (agotamiento, baja autoestima, insomnio, diversas alteraciones de salud, ansiedad e incluso depresión). El impacto sobre la persona no depende únicamente del grado de violencia o de la frecuencia con que se produce, sino que la vulnerabilidad individual es también un factor fundamental: la personalidad y los recursos con los que cuenta cada individuo para hacer frente a situaciones estresantes.
En cualquier caso, la violencia laboral es un problema psicosocial que, como tal, debe ser tratado, dado que es susceptible de causar daños, no solo en la salud de los trabajadores expuestos, sino en el ambiente laboral y, por tanto, en el rendimiento y reputación de las organizaciones.
Tipos de violencia laboral
Según la California Division of Occupational Health and Safety (Cal/OSHA), existen tres tipos fundamentales de violencia:
- Violencia de tipo I: los que llevan a cabo las acciones violentas no tienen ninguna relación legítima de trato con la víctima. Es decir, no existe un trato comercial o de usuario entre el perpetrador y la víctima. Los casos más habituales son acciones con ánimo de robo. El mayor riesgo lo tienen los establecimientos comerciales, bancos, lugares de almacenamiento de objetos valiosos, personas que trabajan con intercambio de dinero, taxistas, etc.
- Violencia de tipo II: los actos violentos provenientes de los clientes, pacientes o consumidores a quienes se presta servicio. Es el tipo de violencia vinculado a la reclamación o exigencia de supuestos derechos y suele producirse mientras se ofrece el servicio. Según la OMS, el sector más afectado por este tipo de violencia es el sector servicio y dentro de éste, los sanitarios.
• Violencia de tipo III: Actos violentos que provienen de compañeros o superiores del propio lugar de trabajo. Es el tipo de violencia asociado a la aparición de conflictos laborales de tipo organizacional o personal. El objetivo desencadenante es obtener unos beneficios que no estaban obteniendo o estaban siendo reclamados por otros grupos.
Generalmente se han diferenciado dos tipos de comportamientos violentos: violencia física y violencia psicológica. En esta última se ejerce violencia sobre el trabajador por medio de la intimidación, el uso deliberado del poder, las amenazas, el chantaje, etc. Este tipo de violencia, lamentablemente, es mucho más frecuente de lo deseado.
En EMESA PREVENCIÓN somos conscientes de este problema porque lo vemos con frecuencia en las empresas y estamos convencidos de que disponer de protocolos contra cualquier tipo de acoso en el trabajo es la mayor garantía de prevenir y abordar estos comportamientos. La dirección de la empresa debe implementar políticas de tolerancia cero contra cualquier tipo de violencia e implantar procedimientos adecuados, los cuales deben ser conocidos por todo el personal. También la formación en la materia es, muchas veces, suficiente para evitar estas situaciones de violencia.
Ambas actuaciones, el protocolo contra cualquier tipo de acoso laboral y la formación específica del personal en la materia, son acciones obligatorias recogidas en nuestra legislación vigente. EMESA PREVENCIÓN es especialista en la creación de procedimientos a medida y en el asesoramiento personalizado para la correcta implantación en la empresa.
El acoso laboral bajo cualquiera de sus formas (moral, sexual o por razón de sexo) y la violencia, continúan siendo situaciones que se producen con demasiada frecuencia en las organizaciones, por lo que EMESA PREVENCIÓN pone a disposición de las organizaciones todos los mecanismos para prevenir estos comportamientos que tanto daño causan a las personas trabajadoras y a las organizaciones.